Y el funcionario llegó a su casa, sobre las tres de la tarde, después de atravesar media ciudad entre miles de coches envueltos por una masa irrespirable de contaminación. Aparcó su reluciente Nissan frontier Pick UP de color plata en el garaje y se dirigió al salón con el ordenador portátil de la oficina bajo el brazo; no tenía muchas ganas de comer ese día, un chico de la oficina había cumplido años y estuvieron casi toda la mañana celebrándolo, era el sobrino del jefe, y no era muy sensato escurrir el bulto. Comieron trozos de pastel de carne, cabanossi (embutidos) y una Pavlova, una especie de torta elaborada con nata, merengue y frutas frescas. Se sentía pesado, hinchado y sólo quería descansar mientras se tomaba una cerveza muy fría Foster, era su cerveza preferida.
Mientras sorbía su fresca cerveza, puso en funcionamiento su portátil y se le ocurrió teclear en el buscador de Google la palabra: “Tetas”, una palabra bastante peyorativa y que los adultos se guardan de pronunciar en público si no quieren ser tachados de gamberros o de cosas peores. Pero los funcionarios son humanos y los humanos erramos, aunque cada cual a su manera.
La Administración australiana cuenta con un sistema que controla y vigila los pasos por la red de cada uno de sus trabajadores; el software se llama “Spector360″ y este programa detectó la palabra escrita en el buscador de Google por el despreocupado funcionario que trabajaba desde hacía 25 años en el Departamento de Recursos, Energía y Turismo; y sin una triste mancha en su expediente. Pero eso no fue suficiente.
Al llegar al día siguiente a la oficina,sin apenas tiempo para sentarse en su mesa de trabajo, la señorita Watson le dijo, en un tono bastante serio «El jefe del departamento quiere verte inmediatamente»; nuestro funcionario supuso que sería para preguntarle si ya había comprado las entrada para ver a los “Camberra vikings”, su jefe y él eran unos apasionados del rugby.
– Hola Peter ¿Qué pasa? Ya tengo las entrada para el partido, si es lo que quieres saber…
– No, John, no es eso; es mejor que te sientes.
– ¡Me estás preocupando Peter!
– Te tengo que despedir John, el Spector360 te ha pillado en internet bajando material pornográfico. Son las normas John, sabes que eso conlleva el despido inmediato ¿Lo sabes… no?
– Maldito Spector360…Peter estaba en mi casa, puedo descargar lo que me dé la gana, siempre y cuando sea legal, el material pornográfico que estuve viendo era para adultos…¡Seréis malnacidos e hipócritas! Yo veo tetas a través de Internet pero los de arriba Peter, y tú lo sabes muy bien, las ven en riguroso directo, y en sus propios despachos ¿Qué me dices a eso?
– ¡Son las normas John, lo siento!
Esta historia ha sido recogida por el Morning Herald, y yo me he servido de ella para hacer esta breve narración que intenta resaltar los abusos que se pueden cometer contra la libertad, intimidad y privacidad individual de las personas a través de medios parecidos al Spector360. ¿Llegará un momento en el que los gobiernos nos obliguen a poner cámaras de video vigilancia en nuestra casas?
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