A veces los refranes expresan con muy pocas palabras el espíritu de una escena.Hoy en Londres, Stephen Elop (Nokia) y Steven Ballmer (Microsoft) han escenificado la génesis de un deseo, intentando de esta manera hacer buena la manida frase de «La unión hace la fuerza». Era un pacto que se podía prever sin necesidad de ser un augur o una pitonisa de la Antigua Grecia. Las dos compañías se necesitan para poder seguir el asfixiante ritmo marcado por Apple y Google, sus smartphones se venden como churros rellenos de crema y bañados por una fina capa de chocolate belga. Y eso debe doler bastante.
Hay una Applemanía y una Googlemanía universal que no parece tener fin y que trasciende más allá de las estrellas y de los números racionales. Era evidente que algo había que hacer, la campana del reloj había sonado más fuerte que nunca. Cuando todo falla en esta vida, puedes intentar hacer un pacto con el diablo (algo poco recomendable) o conjurarte con otra alma cautiva llena de dolor. La historia nos ha demostrado que cuando un pacto se rompe, el desastre y la infamia recubre la piel de los protagonistas. Sería bueno, sobre todo para los consumidores, que el acuerdo entre Nokia y Microsoft prospere y cristalice aunque sea de forma geológica.
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